martes, 21 de mayo de 2019

Huracán.

Te encuentro en cada momento y no importa a donde mire, me estrello en tu sonrisa infantil y tú mirada transparente.
Cierro los ojos para no ver, pero tú estúpida voz me enerva, y al tapar mis orejas tu odiosa fragancia me envuelve. Necesito no existir para no notarte, para no sentir.

Soy presa y juego a no dar fé de esas garras acercándose a mí. De pronto soy esa niña que cree, que si finge no notar el monstruo bajo la cama este seguramente se aburrirá y la dejara en paz.
Y me voy a dormir tardando más de lo usual en alcanzar a Morfeo, porque mi alma inquieta no deja de vibrar, mi mente revoluciona el porqué de tus gestos o palabras, el cómo de tu mordaz humor y sagaces comentarios.

Tu lengua a distancia me confunde y me asusta, me cuestiona y me pone furiosa conmigo misma. Me hace dudar del suelo que piso, de la mano que sostengo, del cielo, de mis deseos, mis decisiones y perspectivas.

Y tengo pesadillas, donde estás tú y donde tus manos al fin me alcanzan y no son calidas o pesadas, son de aire fresco y ligero, agitando y creciendo mi fuego, liberando y transformando mis flamas a tu capricho.

Y es una pesadilla pero no dejas de sonreír con tú sonrisa infantil, no das tregua con tu estúpida voz y encima sin siquiera tocarnos me dejas impregnada de un olor que desearía olvidar para siempre.

Por la mañana me duele el cuerpo y me siento exhausta, y culpable busco el sol con desesperación, pero está tan lejos, y a veces se esconde, a veces quema, me obliga a bajar mi propio fuego interior y a esconderme. 
A veces me fundo en el y me olvidó por completo de mi misma, dejo de sentir y soy tan feliz, como con los efectos de una droga, que también mañana pasarán.

Detesto que me leas tan bien como a tu libro favorito, con tal ofensiva facilidad y exponiendome a la noche, destruyendo mi coraza con solo tu viento fresco del norte.
Odio que entiendas antes de dejarme hablar y que te mofes de mi intenciones antes de hacer el mínimo ademán.

Y ahora me encuentro queriendo encontrarte y aferrándome a lo que puedo para no buscar tu figura, para no sonreirte como chiquilla, para no exponerte a mi mirada más dulce, para no acariciarte con el terso sonido de mi voz, y espero jamás tener un aroma que se grabe en ti.

Ojalá te aburras y te vayas, ojalá no me encuentres, ojalá sea fuerte, más inteligente y me vaya yo.
Ojalá pueda encontrarme a mí misma pronto, antes de que termines de hacer tu nido en mi, antes de que sea tarde y te sigas esparciendo como enfermedad, y entonces deba arrancarte cual doloroso tumor.

Pero te encuentro y me encuentras.
Y ya no eres viento, te vas convirtiendo en huracán, y te acercas más rápido de lo que puedo retroceder, y es que la mitad que quiere correr tiene que cargar con la mitad que se arrastra hacia el ojo de la tormenta.

Encontré un jodido huracán.
Y tengo ganas de ahogarme en él.
********

Entendí, el porqué los huracanes tienen nombres de personas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

🍀