domingo, 28 de julio de 2019

Devoción


Quedarme a tu lado era tan bello,
Tan doloroso y hermoso, como el mismo fuego.
Amaba consumirme en tu calor una y otra vez,
que delicia éramos, magia pura en besos.

Me creía perfecta para ti:
eterna, etérea, fuerte y buena.
Cuidé tu luz con todas mis fuerzas.
Te cubrí también con la mía,
Y yo era feliz, brillando con tu sola sonrisa.

Brillaba y brillaba...
Te juro que resplandecía como nunca, en ti.
Siento que fallé,
nunca fui suficiente para sanarte,
hacerte fuerte, seguro, traerte paz.

Nunca me amaste.
Nunca me amé.
Y me apagué, me extinguí.
Me acabé.

He de dejarte ir,
Seguirás dentro de mi.
Pero he de arrancarme la piel muerta,
Milímetro a milimetro.
Porque estoy arruinada, rota.
Nada puedo ofrecerte a ti o al mundo.

He de hacerlo en soledad,
sin huir de los recuerdos.
Son tan bellos y cálidos,
no podría deshacerme de ellos.
Ojalá fuera fácil borrar todo rastro de ti.
Ni siquiera puedo, ni siquiera quiero.

Te mando luz desde mi tormento.
Te mando aire mientras me sofoco.
Te mando calor desde este invierno interior.
Fortaleza en mi debilidad.
Un profundo amor...sin límite, ni condición.

Una profunda devoción, para mitigar el dolor.

domingo, 14 de julio de 2019

Noche oscura del alma

Bajo esta luna vago y me encuentro perdida,
Desnuda, sola y sintiéndolo todo.
En esta noche oscura me hundo profundo,
Me ahogo lento entre aguas negras y heladas.
No hay cielo estrellado, no hay horizonte,
y la luna se esconde por lapsos más largos.

En la noche oscura del alma siento el corazón atorado en la garganta, así la mente palpita fuerte y doloroso, queriendo salir por los ojos y muriendo en la lengua transformada en nada.
Los pulmones son bloques helados, pesados y llenos de agua, no sirven.

Y a medida que me hundo en la penumbra voy olvidando la calidez del sol, voy perdiendo el norte, no sé si me hundo o si floto en el gélido abrazo del vacío que rasga mi alma y perfora mi mente, todo duele y nada tiene ya sentido.

Después de tanta agonía, puedo ver que se acerca el final, la angustia se va, el miedo me abandona y dejo de luchar. Se que es tarde ya y me vacío por completo, quedando solo en compañía de la dulce melancolía de los últimos momentos, resignación y luego una absoluta desesperanza calmada.

Mi piel se resquebraja y mi rostro se hiela,
Hecha un ovillo me voy desarmando lentamente,
Desde los ojos, la lengua, la garganta, pasando por el corazón hasta los pies que solían pisar firme.

Hace mucho las alas no me sirven,
Llenas de plumas grandes, sucias y pesadas,
No tengo la fuerza para ellas, y una parece estar rota.
He dejado pedazos de mi en otros lugares,
y ahora apenas me reconozco

He muerto lento y no creo volver a encontrarme.
Ya nada está bien, no soy la misma,
Y nada nunca más será igual.
Ya no puedo regresar, mi piel no queda igual.
Este es el punto de no retorno.

Aunque sé que si cierro los ojos, al abrirlos nuevamente, no sé cuándo, ni cómo… 
... seguramente habrá amanecer.