lunes, 26 de marzo de 2012

Perdido y encontrado.

Consultó su reloj una vez más: las ocho de la mañana en punto, ya estaba totalmente listo para salir, o lo estaría de no ser porque una vez más había perdido sus llaves, así que después de un rato buscando sin éxito, decidió rendirse y echar mano de las llaves extra que guardaba en su recámara.
Antes de salir dejó un plato de comida lista para Führer, su viejo gato que no había regresado desde la noche anterior y eso era más que raro pues aquel animal era aún más puntual que su propio dueño, en especial cuando se trataba de comida, pero no podía hacer mucho en aquel momento, así que supuso que regresaría.
Cuando se dirigía a la salida echó una mirada a la recámara contigua a la suya, se había pasado las ultimas semanas tratando de adecuar aquel cuarto para su hija que vendría de visita los fines de semana y Alex quería hacerle sentir lo más cómoda posible; los resultados eran notables, tan sólo hacía falta algún mueble o adorno, pero ya pensaría en eso luego.
Apenas se había alejado tres casas de la suya, cuando se dio cuenta que uno de sus vecinos tenía una venta de jardín. Como Alex no tenía prisa alguna, decidió echar un vistazo por si había algo que ocupara, tal vez un corbatero, o alguna cháchara para colgar o guardar sus llaves; pero de pronto notó entre todas las cosas que había una vieja cajonera algo arruinada, aún así llamaba mucho su atención, tal vez era por la tapadera de mármol que coronaba su único cajón.
Después de un momento decidió ceder a la atracción magnética que no le permitía desviar la atención de aquel mueble, así que lo compró muy barato debido a su estado deteriorado.

Esa tarde Alex contempló un momento el mueble y tomó una decisión rápida, lo trasladó a la habitación de su hija para colocarlo junto a su cama. Se alejó lentamente intentando tener una mejor vista del conjunto y le gustó el resultado, tan solo necesitaba arreglarle unos detalles y quedaría bien, incluso le daba la sensación que el mueble… ¿se restauraba?...“imposible” pensó mientras se acercaba a él. Recordaba muy bien que el cajón estaba roto y no se sostenía bien, pero al abrirlo no sólo se movía perfectamente, sino que en el interior encontró sus llaves perdidas.
-¿Pero cómo…?- Dijo sumamente extrañado, aquello no tenía mucho sentido y cualquier explicación era poco probable, pero decidió no darle mucha importancia
El teléfono le despertó de su trance, era del trabajo, así que tomó sus llaves y se fue a prisa.

Aquella semana Alex tenía tanto trabajo encima que se había olvidado totalmente de la recién adquirida cajonera. Acababa de terminar la primera carga de trabajo y aún tenía que terminar otras dos, pero tenía un problema: había escrito el numero de teléfono de su cliente en una servilleta y debía reportarse con el en menos de una hora. Había buscado en el auto, entre su ropa, en casi toda la casa, incluso había regresado a su oficina: nada. Por inercia comenzó a buscar en la alacena, en el baño, en cada una de las cajoneras de su casa, incluso en aquella que había comprado para su hija: ahí estaba la servilleta con el número de su cliente.
Alex la observó en silencio, sus ojos no parpadeaban, pero su mente trabajaba con ahínco tratando de entender como diablos había llegado ahí.
Cerró la cajonera y llamó a su cliente, después regreso al cuarto de su hija y se sentó en la cama observando con detenimiento el mueble, ¿estaba tan estresado que comenzaba a alucinar? Decidió entonces hacer una prueba.
-¿Dónde habré dejado mi bolígrafo?- Dijo en voz alta pero sólo el reloj despertador le respondió con un firme tic tac. Abrió el cajón para encontrar su bolígrafo personalizado y revestido de oro con su nombre escrito en él, se lo habían obsequiado en el trabajo cuando consiguió su primer ascenso. Trago saliva.
-Quiero…una cerveza bien fría…-abrió la cajonera: no había nada- bueno…al menos ahora sé lo que no eres…que tal… ¿diez dólares? Una vez más abrió la gaveta: nada.

-Entiendo…-la verdad no entendía del todo, así que decidió seguir experimentando, estaba demasiado emocionado- …una difícil...algo que perdí cuando tenía diecisiete años…-Alex visualizó sus calcetines favoritos en esa época, eran originales de la marca de su jugador de fútbol americano favorito, los había considerado su amuleto de la suerte durante toda la escuela y su madre le había bordado sus iniciales, la última vez que los usó había sido durante un partido, se los quitó para ducharse y después de eso sólo encontró uno, busco el otro pero fue inútil. Esa sería la prueba definitiva de que no estaba enloqueciendo.
Abrió aquel cajón de mármol desgastado y halló aquello que tanto había deseado encontrar: un calcetín maloliente. Lo tomó con cuidado, le temblaba un poco la mano por la emoción contenida, era el mismo no había error alguno.

-¡Ja!- No podía dejar de contemplar aquel calcetín, era incríeble, la gaveta poseía alguna especie de magia que encontraba cualquier cosa que hubiera perdido, "tal vez hasta pudiera encontrar a Fuhrer", pensó riendo de sí mismo ante tal idea.
De pronto  se escucharon desesperados rasguños dentro del mueble, algo se revolvía el interior del cajón haciendo mucho ruido, después un maullido suplicante…
Sobresaltado, lo abrió rápidamente para encontrar a su viejo gato grisáceo.
-¡Fuhrer! ¿Pero que…?-El gato bufó ofendido y saltó del cajón para luego correr fuera de la recamara con el abundante pelo totalmente erizado.

Los siguientes tres días Alex se dedicó a experimentar con la cajonera mágica, acumulando cada vez más cosas en el cuarto de su hija: joyas, papeles, fotografías, pelotas, zapatos, monedas o billetes perdidos a lo largo de su vida, también playeras, juguetes de su infancia y de Fuhrer, no podía parar. Sin embargo después de un rato, comenzó a notar que el mueble se veía cada vez más deteriorado, el cajón comenzaba a caerse y la manija se había aflojado, así mismo la madera parecía crujir con solo tocarla.
Rápidamente salió de la recámara en busca de sus herramientas de carpintería, pero de pronto recordó algo, ¡su hija! ¿Cómo es posible que lo olvidara?, se supone que debía ir a recibirla en media hora al aeropuerto internacional. Tomó una bolsa de basura grande y metió ahí todas las cosas que había recuperado del cajón, luego agarró sus llaves y salió a prisa en busca de su hija.

Tres horas después una cansada Bethany de dieciseis años llegó a casa de su padre.
-¡Ah! Al fin, vaya la casa no ha cambiado nada de nada.
-¿Te parece?, échale un vistazo a tu recámara- Dijo su padre mientras la acompañaba a su habitación para dejar ahí sus maletas.
-¡Genial!, ¿de verdad es mi cuarto?, se ve tan diferente, me gusta…uh…pero papá…ese mueble…
Inmediatamente Alex recordó la cajonera que había quedado en tan mal estado después de tanto usarla.
-Oh, eso disculpa hija, luego me acompañaras a comprar una nueva ¿vale?
-¿Bromeas? ¡Me encanta!, es tan elegante y tan linda.
Alex arqueó una ceja y miró en dirección al mueble, una vez más esta parecía como nueva.
-Hum…bueno, me alegra que te guste…-dijo mientras se acercaba al mueble con cautela pensando en el primer celular que tuvo y que se había perdido, luego abrió el cajón: nada. Hizo 5 intentos seguidos con cosas que había perdido alguna vez: nada.
Bethany miró extrañada a su padre mientras este abría y cerraba la cajonera una y otra vez con el entrecejo fruncido.
-¿Papá?- Alex reaccionó de pronto mirando a su hija un momento.
-Eh…si, sólo me aseguraba…si funciona bien...todo en orden, te dejo para que te acomodes.
-Gracias papá- Bethany le sonrió con agradecimiento y asintió.
Una vez fuera de la recámara, Alex comenzó a preparar la cena, pensando en aquella cajonera y lo que había pasado esos últimos tres días, tal vez, sólo tal vez había alucinado todo aquello, ¿o no?

-¡Papá! ¿Has visto mi cepillo…?...oh, olvídalo, ya lo encontré...



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Pues bien, este ha sido el ejercicio del més de Marzo y mi segunda participación en el grupo, se repartieron frases al azar y a mi me tocó la frase:
"
Abrió aquel cajón de mármol desgastado y halló aquello que tanto había deseado encontrar: un calcetín maloliente." 
La tarea, como podrán adivinar era incluir esa frase en nuestro relato jejeje ha sido divertido aunque debo admitir que lo escribi con mucha prisa y pocas ideas, debo agradecer a mi novio por darme tantos consejos y sugerencias, fué una gran ayuda.
Y bueno, espero les haya gustado, muchas gracias por sus comentarios.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Con locura


Era una sensación terrible, sus labios temblaban, desde el fondo se desangraba, y a medida que caía el helado viento invernal se colaba por cada poro invadiendo su lánguido cuerpo, atravesándolo de lado a lado, congelando cada fibra de su ser hasta tocar su alma.
Estaba perdida, atrapada, desolada con un dolor que parecía no terminar, probablemente tampoco tendría solución. Era imposible abrir los ojos y su voz permanecía atorada en su pecho tratando de encontrar desesperadamente la salida para liberarse en un desgarrador grito. Si no reaccionaba pronto se quebraría, se rompería como porcelana o tal vez explotaría, no sabia como, pero de alguna manera se sentía morir, ¿era posible morir por la intensidad de aquellos sentimientos?
No, no podía ser posible, ¿cómo es que antes sentía llenarse por dentro?, pero en aquel momento se vaciaba de golpe, todo estaba desapareciendo, todo se rompía, se estaba quedando sin nada, y eso no lo soportaba.
¡Mátame...!”, gritaban en silencio sus ya pálidos labios... ”¡Mátame ahora...!


Y él, en su enfermiza pasión, le miraba inmóvil a distancia, inundado en lágrimas sin hacer nada, pues en silencio amaba contemplarla en tan terrible tormento.
Había renunciado en trata de entender, ¿porque le fascinaba tanto verle así?, estaba seguro de amarla, había arriesgado su vida para salvarla, le había dedicado toda su existencia hasta aquel momento, la había protegido de todo mal y le dolía verle así, sin embargo un enorme placer invadía su ser pues en aquel momento le parecía tan bella, tan perfecta: ese dolor combinaba a la perfección con su hermoso ser, era solo lo que merecía e ignoraba el porqué, pero era como la pieza de un rompecabezas simplemente el dolor encajaba en ella.
Ahora sólo disfrutaba, y saboreaba el momento. Era perfecta ahogándose en sufrimiento y es que la amaba, la amaba con locura.


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Muy pocas veces he experimentado un dolor como el de ella, solo me pasa cuando dañan a alguien de mi familia, se siente horrible. Tal vez exagero al sentirme así, pero es espontáneo, probablemente lo mejor sería meterme a bañar con agua fría para no quedar en estado de shock o causarme un derrame cerebral, jo~
Amo a mi familia, es el regalo más hermoso que la vida me ha dado.

En fin, orienté este escrito pensando en un fanático, de alguna estrella de cine o artista, de esos que terminan matando o lastimando al objeto de su adoración. Y es que lastimosamente, en la historia hay muchos casos famosos de grandes estrellas o famosos asesinados o atacados por sus intensos fanáticos.
¿De cuales se acuerdan?