miércoles, 25 de octubre de 2017

Temer y correr

Estar aterrorizada.

Comenzó como enervante emoción por algo nuevo y desconocido, una leve desconfianza, con un toque inocente de temor ante la simple sensación de no estar en control: por primera vez se hallaba desnuda, total y absolutamente vulnerable, sin armas o armadura, sin juegos tontos ni pretensiones.
No sabia como había llegado hasta ese punto, sólo pasó. Ni lo buscó, ni se lo imaginó.

Vértigo.
La sensación de estar ante una gran caída, esa maldita sensación de poder caer en cualquier momento, aunque tus manos toquen la solida barrera que te separa del abismo y te mantiene a salvo.
Un miedo tan irracional, tan estúpido como el que se había ido apoderando de ella muy lenta y silenciosamente.
Comenzó como poca cosa, pero no se había dado cuenta que se extendía como un cáncer, devorando con exasperante tranquilidad toda paz y equilibrio interior. Y a medida que el miedo carcome su ser: un frío indescriptible se va colando en mínimas dosis, pero suficiente para hacerle temblar cada vez un poco más...y más.

No sabe como evitarlo. No sabe como detenerlo, pero acabará con todo, piensa en ello y se siente tan sola, tratando de acabar desesperadamente contra esa enfermedad que solo sabe avanzar y gangrenarlo todo.
La única solución podría ser cortando la raíz, mutilando la causa, ya que nadie más parecía querer, poder o saber ayudarle...

Después de todo no era culpa de nadie mas que de ella. Solo quedaba seguir luchando tan cruenta batalla interior, y esperar seguir teniendo la suficiente fuerza para ganar.

No podía ser amor, este ni siquiera podría existir cuando el miedo y la indiferencia se mezclan con niveles de inmadurez, es suficiente para salir corriendo al abismo ella misma...

Y es que para correr, era jodidamente buena.

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