El mundo está lleno de mujeres,
Mujeres perdidas, resignadas, frustradas,
Azules y violetas con el corazón de flores,
Vestidas de primavera, con sonrisas de verano,
El dorado otoño en los ojos y el invierno bien adentro del alma.
Féminas de sangre caliente, con coraza de cristal y finas agujas heladas protegiendo su delicado centro de melancolía, cantando canciones que pocos han de escuchar y aún menos entender.
Aun agazapadas de dolor no perdemos fervor, capaces de hacer miel aún ahogadas en hiel,
curar dolores y tristezas con besos, caricias y regalar las más cálidas sonrisas con los ojos rotos.
Hacer un jardín de sueños y tejer vida en el vientre.
Tambien proteger, amar y crecer cualquier alma que se nos cruce, sea padre, hermano, amante, amigo.
Nos vestimos con la luna absorbiendo en el día la luz del sol, para iluminar así tus noches cálidas, tus noches frías, tus noches sin estrellas, tus noches infinitas.
Le ponemos dudas a las respuestas porque sabemos el futuro, y a veces no sabemos, a veces solo le sentimos venir, acechando entre matorrales, con las fauces llenas de miedo, con el llanto entre las garras, con la certeza de dolor.
Y aún así buscamos algo extraordinario, tanto como lo que siempre, sin pensar damos. Ya que sabemos y sentimos que realmente existe.
Algunas caen desde la luna, tan profundo hasta el mismo infierno, y de ahí más no regresan, a veces por años, a veces hasta el último aliento.
Habemos mujeres congeladas en glaciares temporales, hundidas en el fondo del oceano más oscuro.
Habemos mujeres que de volar por el sol hemos quemado las alas acariciadas por el fuego.
Y amamos con cada llaga, cada herida que convertimos en estrellas y constelaciones.
Morimos y vivimos, volvemos a perecer y renacemos entre cenizas y escombro.
Y volamos bajo con alas rotas, pero el sol no recogerá lo quemado, no es su naturaleza elevar, salvar, resguardar o curar, no ama, sólo brilla, y cómo brilla!, como quema, como se oculta y pinta de dorados antes de irse y desaparecer.
Hermoso y cálido, pero no ama.
Ella cambia, ella entrega, ella transmuta y ama;
Él, sobrevive, no arriesga, no cambia, no ama,
No ama...
No...
Esos hombres de sol, se te meten en los ojos y no ves más nada, y lloras y lloras, y no vuelven mas ni ellos ni tus ojos.
Ella llora y el se aleja sin importarle nada.
Y ella llora rota, sola, ciega y no puede, se ahoga.
Y al llorar un lobo le atraviesa el pecho caliente, masticando su corazón de canción, que nadie más ha de volver a escuchar, la mastica cada mañana, cada noche helada.
Hay mujeres perdidas, resignadas, ahogadas, destruidas...